miércoles, 3 de noviembre de 2010

Ojos de fuego

Y en el último reflejo de tus ojos de sol,
ojos de arenas soleadas,
escucho la ardiente pasión
que de tus labios emana.

Culpo a la insensatez
que fue la que me llevó a adorarte.
Culpo al deseo fogoso
que hace que mis manos
fluyan con la tinta en el papel.

Culpo a la distancia
que me hace querer acercarme sin éxito.
Culpo a la serena quietud
que tus pasos me provocan.
Pero culpo aún más
a este corazón que calla
ante las más propicia oportunidad
de amar y ser amada.

Te culpo a tí, ojos de fuego
que en tu mirada me reflejo
y veo a una mujer
que le escribe a un sueño.

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