ojos de arenas soleadas,
escucho la ardiente pasión
que de tus labios emana.
Culpo a la insensatez
que fue la que me llevó a adorarte.
Culpo al deseo fogoso
que hace que mis manos
fluyan con la tinta en el papel.
Culpo a la distancia
que me hace querer acercarme sin éxito.
Culpo a la serena quietud
que tus pasos me provocan.
Pero culpo aún más
a este corazón que calla
ante las más propicia oportunidad
de amar y ser amada.
Te culpo a tí, ojos de fuego
que en tu mirada me reflejo
y veo a una mujer
que le escribe a un sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario