martes, 28 de septiembre de 2010

La infancia

No medíamos el tiempo. simplemente llegaba. como un avioncito de papel desviado.
Se escuchaba distante, aquel sonidito inconfundible que nunca se puede olvidar. Poquito a poco se acercaba y yo muy lista estaba. Lo tenía en mi mente, ya sabía qué iba a pedir. Sabor a chocolate con chispas y un cono de galleta crujiente. Vivirlo en ese momento era más emocionante, aunque aún lo puedo saborear.
El sonido sigue siendo familiar. Lo suelo escuchar de vez en cuando, cerca de mi casa. Y manejándolo el mismo vendedor que siempre sonreía cuando me pasaba mi cono de helado tan sabroso.
Aquellos días de ferias con olor a palomitas que llaman a mi puerta cada vez que veo mis libros para colorear con mi nombre. Letras grandes y torcidas. Llenas de energía inocente con ganas de jugar una vez más con el amigo imaginario fiel que había creado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario