Son pocos los instantes en los que me detengo a analizar la situación desde fuera de mi. Pero la verdad es que no muchos ven belleza en aquello en lo que casi todos ven fealdad. Mi realidad indica que nada nunca sucede por casualidad, y que siempre será destinado a que el maestro aparezca cuando el alumno esté listo.
Pero qué pasa si el maestro resulta ser tan perfecto que caes por él? Qué pasa si el maestro te demuestra ser la persona indicada para sentirte segura en todo momento y que nada malo te puede pasar si él está cerca? Qué pasa entonces?
De la confianza nace el amor, y el amor es eterno… entonces es cuando la confianza es eterna y es sólo luz y ternura. Todo es seguro y nada te daña. Ambos se vuelven locos el uno al otro; ambos unidos en un magnánimo beso de pasión que dura cinco segundos y luego, el abrazo de calor que estabas esperando tanto. Es ése el abrazo que te dan las ganas de no querer irte de ese lapso perfecto junto a tu maestro del alma… aquél maestro que es tu amigo; tu confidente. Aquél maestro que te puede salvar de todo lo malo y de todo lo bueno también.
Ya pasando todos los fantasmas y demonios; ya derrotadas las pesadillas de vidas anteriores, todo ahora marcha perfecto. Junto a ése ser de luz perfecto que te ha sido mandado porque ya estás lista… y estás lista porque ya puedes darle la vuelta a esa hoja que muchas veces borraste para seguir escribiendo en ella. Así te dice tu consciencia que, muy segura de sí misma, cree que una vez más se puede intentar. Pero ésta vez no tienes mucho que perder, pues tienes su palabra de lealtad incondicional, y personas así no hay ya en éste mundo materialista e irreal.
Sólo me queda decirle al pasado que lo que sea que quiso hacer conmigo, lo logró. Pero nunca más podrá hacerlo; no si la persona que toma tu mano te dice al oído “Estoy aquí, contigo, siempre”. Toma la pluma de nuevo, y sigue escribiendo.
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